Los seres humanos pasamos alrededor de un
tercio de nuestra vida durmiendo. Y es que el sueño es fundamental para el ser
humano. No sólo sirve para descansar y reponer fuerzas, sino que numerosos
estudios han comprobado su importancia en la atención, la memoria y el
aprendizaje. Nuestro cerebro necesita "desconectar" y reordenar la
información que adquiere en el día a día.
La falta de sueño o de calidad de sueño puede
provocar alteraciones físicas y
psicológicas de diversa gravedad. Por ello es importante tener unos buenos
hábitos relacionados con el sueño, como por ejemplo:
- En adultos, dormir al menos ocho horas. Los niños deben dormir más horas para compensar su mayor actividad física y mental.
- No tomar bebidas con cafeína, teína o alcohol antes de dormir.
- No cenar en exceso, pero tampoco ir a dormir con hambre o sed.
- Dormir en habitaciones con buena ventilación, poca luz y temperatura no superior a 23ºC.
- Procurar establecer horarios fijos de sueño para habituar al cuerpo.
Es relativamente frecuente encontrar a
personas que acuden a su médico creyendo estar enfermas, y que sus síntomas se
deban a alguno de estos hábitos poco saludables. De hecho, aproximadamente una
cuarta parte de la población sufre o sufrirá en algún momento de su vida un
trastorno del sueño.
El sueño se divide en dos grandes fases:
- Fase No MOR (Movimientos Oculares Rápidos) o No REM (en inglés), que a su vez se divide en cuatro:
- Fase 1: Es la transición de la vigilia al sueño. En ella se pueden dar alucinaciones, como oír voces, creer que vemos a alguien cuando no hay nadie, etc.
- Fase 2: Sueño ligero durante el cual nuestro ritmo cardíaco y respiratorio baja.
- Fase 3: Transición al sueño profundo.
- Fase 4: Sueño profundo.
- Fase MOR o REM: es la fase donde soñamos. Se llama así debido a que en esta fase suele haber movimiento de los globos oculares bajo los párpados (MOR: Movimientos oculares rápidos; REM: Rapid eyes movement).
Las alteraciones más graves del sueño se
pueden diferenciar en dos grandes bloques:
- Disomnias: Hacen referencia a alteraciones de la calidad, cantidad y horario del sueño. Entre ellas podemos encontrar el insomnio, la apnea, la narcolepsia, el hipersomnio y las alteraciones del ritmo circadiano.
- Parasomnias: Se trata de acontecimientos o experiencias inusuales del sueño durante alguna de las fases del mismo o en la transición entre el sueño y la vigilia. Las más importantes son las pesadillas, los terrores nocturnos, el sonambulismo y el bruxismo.
En próximas publicaciones trataré algunas
de estas alteraciones, explicando qué son y los tipos de tratamientos que
existen.
Publicado originalmente en el Blog Aprende a Escucharte.
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