Uno de los trastornos del sueño que limita
más la vida diaria a los que lo sufren, es la narcolepsia. Es muy poco común,
pero muy conocido por lo peculiar. Es, como el insomnio y el síndrome de apnea del sueño, una disomnia.
Se caracteriza por la aparición recurrente de
ataques de sueño, cataplejía (pérdida bilateral del tono muscular estando
despierto, que suele ocurrir ante emociones intensas) y aparición de elementos
característicos de la fase MOR (REM en inglés) en las fases de transición entre
el sueño y la vigilia (parálisis de sueño o alucinaciones). Normalmente la
somnolencia desaparece tras el ataque de sueño y reaparece varias horas después.
Afecta por igual a hombres y mujeres, y suele
comenzar en la pubertad con la aparición excesiva de somnolencia, apareciendo
después el resto de síntomas.
Como hemos dicho antes, lo más preocupante de
esta enfermedad es lo mucho que limita la vida diaria. Imaginemos que estamos
en el trabajo y, de pronto, nos quedáramos dormidos. Y no un día, sino a
diario. Y ahora imaginemos que esto no sucede sólo en el trabajo, sino que nos
sucede en cada situación que vivimos.
Las personas con narcolepsia se enfrentan a
la imposibilidad o mayor dificultad de realizar actividades como natación,
conducir, etc., puesto que pueden correr grandes riesgos, según la gravedad de
su enfermedad.
Aquellos que sufren narcolepsia se enfrentan,
en muchos casos, a la incomprensión por parte de la sociedad. Desde pequeños
pueden sufrir burlas y estigmatización, se les acusa de vagos, perezosos,
maleducados, y, en ciertos casos, de ser toxicómanos. Esto, unido a la
problemática de la enfermedad, puede provocar depresión y problemas a la hora
de relacionarse con los demás.
En relación a los tratamientos existentes, el
objetivo fundamental que se busca es controlar los síntomas que afectan a la
vida diaria del paciente. El tratamiento suele consistir en la utilización de
fármacos estimulantes del Sistema Nervioso Central, y una serie de
modificaciones conductuales.
En relación a estas últimas, podemos recalcar
la importancia de las medidas de higiene de sueño, el ejercicio físico, el
control de la comida y la programación de siestas diurnas.
En cualquier caso, es importante acudir al
médico en cuanto veamos los primeros síntomas para que se realice un buen
diagnóstico, y en prevención de posibles situaciones peligrosas.
Y una vez diagnosticado, se aconseja acudir a
un psicólogo o especialista que nos enseñe las medidas a tomar en el día a día.
Publicado originalmente en el Blog Aprende a Escucharte.