jueves, 13 de febrero de 2014

Acoso escolar: claves para prevenir y detectar desde la familia

El acoso escolar es un grave problema que preocupa a muchos niños y adolescentes de nuestra sociedad. En el año 2006, un informe llamado Cisneros X mostraba que aproximadamente el 25% de los alumnos entre Educación Primaria y Bachiller, sufría acoso escolar.
Uno de los datos más relevantes que aportaba este informe era que los niños de Primaria entre siete y ocho años tienen cuatro veces más riesgo de sufrir acoso escolar que los alumnos de 1º de Bachillerato, es decir, que según los niños van creciendo se hacen menos susceptibles de sufrir acoso. Es por ello, que consideramos importante que los padres sepan prevenir y detectar lo antes posible estas situaciones.
Lo primero que debemos saber es qué es exactamente el acoso escolar o bullying, y cuáles son sus características más comunes:
  • Es un tipo de violencia que se da en el ámbito escolar.
  • Los implicados son niños y/o adolescentes, es decir, entre iguales.
  • La agresión puede ser verbal, física o social.
  • Existe intencionalidad, deseo de dañar al otro.
  • Son incidentes que se dan a lo largo de un período de tiempo de form recurrente.
  • No hay agresión ni provocación previa por parte de la víctima.
 Existen varios tipos de acoso escolar que se pueden dar juntos o por separado:
  1. Maltrato verbal: insultos, difundir rumores falsos, burlas, poner motes desagradables, hablar mal del otro…
  2. Maltrato físico: robar o romper cosas a otro, pegar, empujar, amenazar…
  3. Maltrato psicológico: Acechar, intimidar, despreciar…
  4. Exclusión social: ignorar, ningunear, excluir del grupo…
Como padres, está en vuestra mano enseñar a vuestros hijos técnicas de asertividad que le ayuden a enfrentar sus problemas, y crear un ambiente de confianza que les ayude a plantearos sus problemas y solicitar ayuda.
Hay varias señales que, desde la familia, se pueden observar y nos pueden señalar que algo le está sucediendo a vuestro hijo/a. Algunos de ellos son:
  • Miedo o reticencia constante a ir al colegio.
  • No relacionarse con otros niños.
  • Heridas frecuentes inexplicables o en sitios extraños.
  • Ropa o material escolar roto.
  • Cambios en el estado de ánimo: tristeza, enfado, apatía…
  • Cambios de carácter: retraído, huraño…
  • Síntomas psicosomáticos al ir a la escuela: dolores de cabeza, de estómago, fiebre…
  • Escoger itinerarios diferentes para ir al colegio cada día.
Es importante que si observáis parte de estos síntomas en vuestro hijo, habléis con él. Preguntadle sobre sus preocupaciones y miedos, decidle que estáis a su lado para lo que necesite. En ningún caso trivialicéis su situación o preocupaciones.
Igualmente podéis hablar con el tutor o tutora de vuestro hijo e interesaros por su visión del status social del niño y su estado de ánimo. Tened en cuenta que se trata de un problema grave y que también es responsabilidad del centro el procurar que estas cosas no sucedan y poner remedio en caso necesario.
En internet podemos encontrar muchas páginas destinadas tanto a menores como a padres y profesores para informarse de cómo enfrentar este problema y salir de él. A continuación os recomiendo algunas de ellas:
Publicado originalmente en el Blog Aprende a Escucharte

miércoles, 12 de febrero de 2014

Problemas de conducta en niños: Castigos y Refuerzos

A partir de los 3 ó 4 años, ciertos problemas de conducta son relativamente frecuentes en los niños. A menudo, este tipo de problemas en nuestros hijos acaban alterando de un modo u otro la vida familiar. Actividades tan rutinarias como irse a dormir, comer, hacer los deberes, recoger la habitación o ir al supermercado pueden generar, en muchas familias, grandes enfados y frustración.
A continuación voy a presentar algunas pautas que se pueden seguir ante estas situaciones. Es importante recordar que dichas pautas pueden variar en cada caso, puesto que cada familia y cada niño/a son completamente diferentes. Es recomendable buscar el método que mejor se adapte a cada caso e ir evaluando los resultados obtenidos.
¿Qué son el refuerzo y el castigo? ¿Qué tipos de refuerzo y castigo existen?
El refuerzo y el castigo son dos tipos de consecuencias posibles ante una conducta, y cada una de estas consecuencias cumple una función: aumentar o disminuir la frecuencia de aparición de la conducta en cuestión.
Llamamos refuerzo a aquellos estímulos que favorecen la aparición o repetición de una conducta.
  • Refuerzo positivo: Aumenta la aparición de una conducta pues a esta conducta le sigue una consecuencia agradable. Por ejemplo: se le hace un regalo al niño por tener buenas notas o se le muestran atención, cariño y señales de aliento ante un buen comportamiento.
  • Refuerzo negativo: Aumenta la aparición de una conducta pues a esta conducta le sigue la eliminación (de ahí que se llame refuerzo “negativo”) de algo que a la persona le resulta desagradable. Por ejemplo, al niño al que no le gustan nada las judías verdes se le permite comer menos cantidad de estas verduras en la cena a consecuencia de haber sido muy obediente y haber recogido su habitación.
Llamamos castigo a aquellos estímulos que favorecen la desaparición o extinción de una conducta.
  • Castigo positivo: Disminuye la aparición de una conducta  pues la conducta es seguida de un estímulo desagradable para quien la ha producido. Un ejemplo claro de castigo positivo es echar una fuerte bronca al niño que acaba de pegar a su hermano.
  • Castigo negativo: Disminuye la aparición de una conducta pues a esa conducta le sigue la eliminación de algo que habitualmente es agradable para la persona. Por ejemplo, dejar al niño sin ver la televisión después de que haya desobedecido a su madre que le pedía que recogiera la habitación.
¿Cómo usar el castigo y el refuerzo?
Hay ciertas cosas importantes que debemos saber si queremos que un castigofuncione:
  1. Cuanto menos castiguemos, mejor. Es más efectivo funcionar con refuerzos que con castigos. Aún así son importantes para establecer normas y límites, algo que todos los niños necesitan.
  2. Los castigos deben ser cercanos en el tiempo a la conducta no deseada. No sirve de mucho que castiguemos a un niño sin jugar a la consola todo el fin de semana por haberse portado mal el lunes, porque entonces estaremos ignorando que de martes a viernes se portó bien. Lo ideal es que el castigo se produzca de la manera más cercana posible al momento en el que el niño emitió la conducta que deseamos eliminar.
  3. Los castigos no deben alargarse en el tiempo o producirán acomodación. Por ejemplo, si castigamos a nuestra hija sin ordenador durante un mes por sacar malas notas, lo más probable es que llegado cierto momento ya le dé igual porque se habrá acostumbrado a estar sin ordenador y alguna otra actividad acabe por cumplir la  misma función.
  4. A la misma conducta siempre le debe seguir una misma consecuencia. Es decir, si decidimos castigar a nuestro hijo sin ver la televisión por haber insultado a otro niño, es recomendable castigarle de igual manera cuando repita una conducta similar. Si actuamos de otra manera, él no sabrá qué esperar, sobre todo si alguna vez no lo castigamos pese a haberse comportado del mismo modo, y tanteará esa conducta u otras similares para ver qué sucede.
  5. Los castigos deben ser coherentes y proporcionados con respecto a la conducta del niño. Por ejemplo, una niña que tira a la basura unas pocas verduras del plato que no quiere acabarse, no debería sufrir un castigo igual que la que ha pegado a su hermana hasta hacerla llorar.
  6. Los castigos no se quitan. Si decides castigar a tu hijo por algo, no dejes que te convenza de que no lo volverá a hacer ni te dejes influir por sus posibles llantos. Los niños deben aprender que sus actos tienen consecuencias.
  7. No dejes que tu estado de ánimo influya a la hora de castigar a tus hijos. Si estás muy enfadado/a deja pasar un rato antes de decidir el castigo. Y recuerda que los niños también tienen días malos, habla con ellos para saber si hay algo que les preocupa y que está influyendo en su mal humor.
Y a la hora de reforzar, también hay ciertas cosas que debemos saber:
  1. Los mejores premios son aquellos que no son económicos, es decir, elogios, actividades conjuntas, demostraciones de cariño, etc. Los refuerzos que implican dinero (comprarle cosas, darle un dinerito, etc.) son útiles en muchas circunstancias pero es importante saberlos manejar pues, a la larga, pueden llegar a ser contraproducentes de algún modo. Es importante dejarse asesorar por un profesional.
  2. Dile algo bonito a tu hijo/a cada vez que haga algo que te gusta: “¡Qué bien has recogido tu cuarto!”, “¡Eres una campeona!”, “¡Cómo me gusta cuando te poner a hacer los deberes!”, etc. Aunque parezca algo demasiado sencillo, se sentirá reforzado/a a volver a hacerlo. ¿A quién no le gusta un elogio?
  3. Como sucede con los castigos, los refuerzos deben ser cercanos en el tiempo a la conducta que deseamos reforzar.
  4. Por supuesto, también han de que ser coherentes y proporcionados, teniendo siempre en cuenta factores como el nivel de esfuerzo que la conducta ha podido suponer para el niño.
  5. Es también recomendable que a la misma conducta le sigan habitualmente consecuencias iguales o similares.
  6. Y, una vez más, si se ha prometido un refuerzo, es muy frustrante para el niño, y para cualquier persona de cualquier edad
    , que finalmente no tenga lugar. Si le dices a tu hijo/a que le vas a premiar con algo, no te puedes echar atrás o no confiará en ti ni en la necesidad de hacer las cosas del  modo que hemos tratado de enseñarle.
Originalmente publicado en el Blog del Gabinete Aprende a Escucharte

martes, 11 de febrero de 2014

Nueva etapa, avanzando hacia el futuro

Como algunos ya sabéis este nuevo año ha supuesto un montón de cambios para mí tanto en mi vida personal como en la laboral.

Empiezo este blog para poder compartir con vosotros tanto información sobre temas variados relacionados con la psicología y la logopedia, como pensamientos y/o situaciones personales que me suceden y que, quizás, os puedan servir a vosotros para aprender o plantearos cosas en vuestra propia vida.

Inicio una nueva etapa laboral por mi cuenta: nuevos proyectos, nuevos aprendizajes, nuevas situaciones, que me ilusionan y que prometen aportar mucho a mi día a día.

De entrada, a partir de este viernes 14 de febrero, empezaré a trabajar en la clínica CESIME como psicóloga de psicotécnicos. Y, aunque por situaciones personales ajenas, ahora está algo parado, también estoy empezando un proyecto con unas compañeras, del cual por ahora no desvelaré gran cosa, pero que promete ser algo grande y maravilloso.

También continúo pasando consulta en la clínica ROTSEN, como llevo haciendo desde el 2012. Y estoy estudiando un Máster de Logopedia Escolar y Clínica, con el cual estoy aprendiendo muchísimo sobre los trastornos del lenguaje y sus tratamientos.

Para empezar el blog, quiero re-publicar (¿existe esa palabra?) las entradas que he aportado en el blog del Gabinete Aprende a Escucharte sobre temas variados de psicología (trastornos del sueño, problemas de conducta en niños, etc.), y que no deseo que se pierdan en el montón de información que existe en la red. Quizás no sean los mejores escritos que he hecho, pero sin duda son parte importante de mi periplo por esta profesión.

Como siempre, cualquier tema del que deseéis más información, sólo tenéis que decírmelo y me pondré a ello.

Espero con ilusión que este blog os guste y que os pueda aportar un poquito de luz en vuestra vida.

Judith